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viernes, 31 de mayo de 2013

El lenguaje del cuerpo

Cuando hablamos con alguien sólo una pequeña parte de la información
 que obtenemos de esa persona procede de sus palabras. Los investigadores
 han estimado que entre un 60 y un 70% de lo que comunicamos lo hacemos 
mediante el lenguaje no verbal; es decir, gestos, 
apariencia, postura, mirada y expresión.


Muy a menudo, el efecto de este lenguaje corporal tiene lugar a nivel
 inconsciente, de manera que, después de estar sólo un par de minutos 
conversando con alguien a quien acabamos de conocer, podemos llegar a 
la conclusión de que esa persona no es de fiar o no nos gusta sin que 
podamos explicar el motivo exacto. Lo más que podemos decir es "tiene 
algo que no me gusta". Ese "algo" procede, casi con toda seguridad, de lo 
que su lenguaje corporal nos ha transmitido. Y, a la inversa, cuando 
hablamos con alguien es posible que le estemos diciendo mucho más de 
lo que creemos. De este modo, nuestras emociones se ven influidas por 
otras personas sin necesidad de decir una sola palabra, pues puede 
bastar una determinada postura, mirada y gesticulación para hacernos 
sentir incómodos, nerviosos o enfadados, o bien alegres, joviales y 
optimistas. Por supuesto, esto no quiere decir que nuestro interlocutor vaya 
a captar toda la información que estamos transmitiendo; el grado en que lo 
haga dependerá de lo bueno que sea a la hora de interpretar este lenguaje 
y de la atención que nos esté prestando.


El lenguaje no verbal es en parte innato, en parte imitativo y en parte
 aprendido. Generalmente, distintas áreas del cuerpo tienden a trabajar 
unidas para enviar el mismo mensaje, aunque a veces es posible enviar 
mensajes contradictorios, como cuando alguien está contando una 
anécdota divertida pero la expresión de su cara es triste. Esto puede ser 
debido, por ejemplo, a que mientras habla está pensando en otra cosa, tal 
vez en lo siguiente que va a decir, y la expresión de su cara se 
corresponde con lo que está pensando y no con lo que está diciendo, de 
manera que deja perplejo a su interlocutor.



En otras ocasiones, los mensajes son confusos debido que se pueden 
estar transmitiendo varias emociones a la vez, como rabia, miedo y 
ansiedad, que a veces aparecen unidas.

Con los desconocidos nos comunicamos principalmente a través de los 
ojos. Por ejemplo, cuando vamos caminando por un pasillo estrecho y nos 
encontramos con alguien de frente, primero le miramos a los ojos y luego 
desviamos la mirada hacia el lado del pasillo por el que pretendemos 
pasar. Cuando no se emiten estas señales o no se interpretan 
correctamente, lo más probable es que ambas personas acaben 
manteniendo una especie de baile a derecha e izquierda hasta aclararse.

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